Recupero este artículo de 2021 que recoge las reflexiones que me hacía estos días a propósito de la "baratización", como dice uno de mis Maestros, de las profesiones.
Una vez escuché que para que ocurran cosas malas, no es sólo necesario que los que las hacen, las hagan, sino que el resto mire para otro lado y no haga nada.
Estoy de acuerdo, cuando las situaciones se retuercen, no es sólo porque una parte se empeñe en empujar, que es obvio que contribuye, sino que la otra mitad se quede pasiva y desvíe la mirada para "hacer que no está pasando".
Este alcance lo ligo al intrusismo en las profesiones, sé que todo nos cuesta mucho, estudiar, acompasar cada etapa de la vida en lo personal y en lo profesional, conseguir trabajo, realizarnos, tener una perfecta salud, mantener relaciones personales extraordinarias, sí, todo requiere nuestro compromiso, nuestra dedicación, nuestra direccionalidad y nuestro empeño.
Más allá de esto, existen unos referentes sociales y, sobre todo, unos valores propios que nos sustentan como sociedad y como individuos.
¿Qué quiero decir? En el mundo dual en el que vivimos, no podemos desatender ninguno de los polos. En mi opinión, insistir en saltarnos los referentes establecidos como sociedad, por mucho que éstos nos disgusten o no los refrendemos en nuestro fuero interno, no mejora las cosas, más bien, las empeora y, habitualmente, mucho.
Como norma, ir en contra y no respetar los referentes, no entran en mi realidad. ¿Por qué? Porque la experiencia me dice, que tarde o temprano eso mismo a lo que me niego, me responde y me pide cuentas.
Porque eso que evito, se volverá recurrente en mi vida hasta que lo atienda, le dé respuesta y lo resuelva.
¿Para qué? Para crecer. Como sujeto, como profesional, como individuo y así contribuir a esta nueva era que nos pide a gritos una actuación más coherente, más implicativa, más acorde con los referentes y, si no estoy de acuerdo en algo, mi contribución consistirá en crear algo mejor, sin destruir, sólo creando, manifestando desde un estado honorable y honesto que realmente marque diferencias y genere grandeza.
No es posible crear desde la violencia, desde un retorcimiento de la ley, desde un estado convulso, agresivo, desleal y ninguneante del todo o de las partes.
Integramos o no hay trato, o todo es válido y desde ahí comprendemos y aprendemos o los pasos serán fallidos, con exclusiones, con excepciones, con tapados, con discriminaciones y distorsiones.
Dicho esto, escucho muchas voces en contra de las reglamentaciones, de las normas legales y sí, es muy posible que en ciertos casos, sean injustas y poco equitativas, pero no considero que el mejor método a seguir sea no cumplirlas. Sócrates ya lo explicó en su momento y lo llevó hasta sus últimas consecuencias con su vida.
Me alcanza lo dicho llevado al tema profesional y, más concretamente, destapando el intrusismo profesional, en donde sin formaciones, sin cumplir míninos requisitos de la profesión, alguien se autodenomina tal cual profesional de. No voy en contra de ellos, sólo deseo expresar mi punto de vista al respecto ante esto que observo, y las nuevas tecnologías tienen mucho que ver, cuando alguien se autodenomina profesional de algo sin un mínimo de constructo legal, formativo y profesional.
Aquí, y sin que tener dicho constructo nos garantice absolutamente nada, todos perdemos. Perdemos honorabilidad en la profesión, como periodista y coach profesional, lo sé muy bien. Cualquiera puede autoproclamarse periodista o coach, hablo de ellas porque son mis profesiones, pero hay muchas más que se han visto damnificadas por todas esas personas, desde el respeto también, que enlazan cualquier tip que vieron u oyeron y se lanzan a ejercer.
El resto, con miles de horas de formación y experiencia, miramos atónitos, cuando miramos, y hacemos lazo en la degeneración de la profesión. Me paso horas explicando en qué consiste el coaching cuando la gente se ríe literalmente en mi cara y me llama vendehumos, aquí me sonrío amargamente y me pregunto y pregunto quién les ha hecho eso, quién les ha robado una experiencia que podría ser maravillosa y quién en definitiva ha hecho tanto daño a unas profesiones tan maravillosas (periodismo y coaching) y me respondo con más amargura todavía, qué estoy haciendo yo para contribuir a que la gente comprenda y sepa distinguir entre unos y otros.
Me respondo: si continúo mirando para otro lado, acepto la situación. Si contribuyo a explicar mi profesión desde los referentes marcados, contribuyo a que se conozca mejor. Si hago mi trabajo en esos marcos y me sostengo y no me dejo llevar por el da igual, donde todo queda invalidado, apuesto por la calidad y la diferenciación.
Si me esmero en mi sector, contribuyo al mejoramiento del desempeño y elevo el nivel.
Si continúo dando validez a mis valores, referentes y código ético, contribuyo a diferenciarme inevitablemente de lo que se ubica al otro lado, sin juzgar si bueno o malo, yo continúo en mi camino y la apuesta habla de mí y mis compromisos conmigo y con la profesión.
Si hago todo esto, dejo de mirar para otro lado y el intrusismo será reconocido por esta sociedad cada vez más preparada, incluso a su pesar, que no necesita buhoneros para prosperar y seguir adelante.
Si me enfoco en dar un mejor servicio en todo lo que hago, sin dejar de observar lo que ocurre para que actúe de guía en lo que sí y en lo que no y doy respuesta desde la integridad y la ética, estaré dejando de mirar para otro lado y además me ubicaré en otro escenario que claramente recoja y valore todo esto.
No seré yo quien tape la falla ni mía ni la del paradigma imperante.
Amemos nuestras profesiones y cuidémoslas, porque si no lo hacemos nosotr@s, ¿quién lo hará?
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