El coaching puede ser perfectamente la puerta de entrada a un nivel superior de entendimiento y comprensión de nosotros mismos.
¿Por qué digo esto?
Cuando nos cansemos (ojalá sea pronto) de perseguir todo eso fuera que nos llena la vida de cosas, sí, cosas, categorías de artilugios, mercaderías y un sinfín de instrumentos por y para engrosar nuestras pertenencias, ilusoriamente elevadas a la máxima representación de nuestra vida, como si todo consistiera en eso, nos daremos cuenta de que todo quedó aquí y la ilusión concluyó, sin más.
Cuando decidamos que aquí mismo posiblemente exista otra, llamémosle, dimensión de existencia, en donde podemos hacer algo más que conseguir todas esas "cosas", quizá entonces comprendamos que ese nuevo nivel existencial tiene otro sabor, otro olor, otras características más allá de lo conocido y sabido.
Cuando descubramos que una inmensa riqueza y fascinación está en recorrer el camino hacia... adentro, y no en acumular fuera, es posible que las coordenadas en las que nos movemos cambien, se amplíen, qué sé yo, quizá sean ahora definibles por nosotros mismos.
Sólo pensarlo me conmueve, porque si tuviésemos mayor capacidad de acción sobre nuestras condicionadas vidas más allá de lo que nos cuentan y trasladan desde todos los ámbitos en los que hemos dejado de autoprotegernos y liderarnos, como en nuestra salud, nuestras creencias, nuestros mitos, nuestra prosperidad, si de aquello con lo que nos bombardean concluyésemos claves para aplicar en el día a día con otra sabiduría y con otro planteamiento más sutil, probablemente la vida, nuestra vida, no se redujera solamente a conseguir y tener esas "cosas".
No estoy diciendo que no las tengamos, digo que las consigamos si queremos y que además vayamos más allá de ellas, de ese afán exclusivo de tener como finalidad.
Por ello digo que el coaching que nos enseña a conseguir fuera, se convierte en magnífica herramienta integradora de otras herramientas para avanzar dentro.
En años de trabajar con mis clientes, pocas veces el primer objetivo a conseguir era realmente el único y principal y trabajando otras cuestiones que originalmente no se planteaban como tales objetivos, indefectiblemente se conseguían los primeros. ¿Qué había pasado en medio? Que el cliente se reconocía a sí mismo durante el proceso, quizá no siempre y en todos los casos, pero sí en muchas ocasiones en donde lo que un sujeto estaba pidiendo a gritos era salir de esa mazmorra llamada personaje de los mil roles, en donde no quedaba sitio ni tiempo para ese viaje interior que en definitiva es el sentido de la propia vida.
Por eso propongo elevar sin excusas ni ortodoxias la práctica del coaching a un siguiente nivel donde incluya para qués profundos, que indaguen y calen hondo sin miedo ni prejuicios, que escarben para poner luz y desde ahí elevarse más y más allá de los confines conocidos. Que integremos dentro y fuera como lecturas entrelazadas para la comprensión, sin dejar de considerar que lo que me ocurre fuera es la clave de lo escrito dentro y que en mi avance y descubrimiento seré capaz de descifrar el jeroglífico que me trae esa esencia de la participación de mi vida en lo infinito.
A Suzanne, buen viaje
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